El síndrome del impostor es uno de los principales males que aqueja a las organizaciones modernas. El peligro del mismo radica en que afecta a los trabajadores desde la parte más profunda de su ser y precisamente esta es la causa de su tardía detección. El síndrome del impostor o a veces llamado síndrome del fraude, se define como la experiencia personal de no sentirse lo suficientemente competente para el cargo que se está ejecutando, por lo tanto las personas que lo experimentan viven con el temor constante de que en algún momento todos se den cuenta de que sus conocimientos/sabiduría/experiencia realmente son un “fraude”.
De acuerdo con un estudio realizado por la Universidad de Stanford la prevalencia del síndrome del impostor varía ampliamente del 9% al 82%, dependiendo en gran medida de las condiciones externas. Sin embargo, en la mayoría de los sujetos evaluados el síndrome del impostor a menudo coexiste con otras patologías que afectan el rendimiento de los colaboradores como lo son: depresión, ansiedad, baja autoestima, mobbing laboral, síntomas somáticos y disfunción social, perteneciendo la mayoría de los sujetos de estudio al sexo femenino.
Síndrome del impostor en tiempos de covid: ¿realmente la situación pandémica a nivel mundial eleva la incidencia?
El covid-2019 ha hecho la vida difícil en muchos sentidos por un montón de razones, y el ámbito laboral no se escapa a ello. De acuerdo con la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) la pandemia del covid-19 ha sido catalogada incluso como el mayor reto económico y social que enfrenta la humanidad desde la Gran Depresión de 1930 y la Segunda Guerra Mundial.
Por lo general, en un ambiente de trabajo sano con un clima organizacional óptimo, confiamos en nuestros colegas de trabajo y en la naturaleza colaborativa de un entorno de oficina, pero ¿qué sucede cuándo este entorno no existe? De igual manera los entornos virtuales han ayudado en gran medida, sin embargo compartir un entorno físico y establecer una red de conexiones es fundamental; nuestros días de trabajo ahora están hiper estructurados y con posibilidades nulas de charlas entre pasillos.
Sin importar el esfuerzo y la intención, el COVID-19 ha cambiado fundamentalmente el papel de los colaboradores en la organización, sirviendo como caldo de cultivo para que se pueda expandir el desarrollo del síndrome del impostor. Los colaboradores encuentran muy difícil sentirse como parte de la comunidad, en gran medida gracias a los siguientes factores:
- Aumento en la inestabilidad laboral y riesgo en general
- Incremento de la ansiedad producto del aislamiento social
- Incertidumbre con respecto a situaciones externas que no se pueden controlar y que afectan directamente el estilo de vida
- Alta competitividad en el mercado laboral gracias a la depresión económica post-covid-2019
¿Por qué el síndrome del impostor es más frecuente en las mujeres profesionales?
La configuración mental femenina funciona de forma particular; con una gran base en el desarrollo de la inteligencia emocional, está científicamente probado que las mujeres tienen más probabilidades de llegar a ser líderes innatas y excelentes gerentes, alcanzando un nivel óptimo de resiliencia y tranquilidad que difícilmente los hombres pueden lograr durante el desarrollo de una crisis.
De acuerdo con FORBES un 98% de las mujeres profesionales experimentan al menos una de las siete brechas de poder más dañinas que impiden que las personas alcancen su potencial más alto, y el 75% enfrenta tres o más de estas brechas al mismo tiempo. No reconocer sus talentos, habilidades y dones especiales es una situación bastante común en las organizaciones modernas.
De tal forma, el síndrome del impostor en mujeres, generalmente suele afectar a las mujeres más brillantes en su trabajo, generando las siguientes consecuencias:
- Incapacidad para evaluar de forma objetiva sus aptitudes laborales
- Atribuir su éxito a factores externos o inclusive a terceros (gaslighting)
- Temor a no estar a la altura de lo requerido
- Autosabotaje
- Establecer metas muy desafiantes y luego sentirse incapaz cuando no se logran.
Independientemente de la brecha de género, las estadísticas de las investigaciones son alarmantes. Los hombres también padecen el síndrome del impostor, pero debido a las expectativas sociales y las normas culturales, es posible que no sean tan abiertos al respecto. Las mujeres, especialmente las mujeres de color y las de la comunidad LGBTQ, son las más afectadas por el síndrome del impostor.
Afortunadamente, tanto para hombres como para mujeres, hay formas de disminuir estos sentimientos que abarcan los pensamientos de los colaboradores y no les permiten pensar de manera objetiva.
- Comparte tus sentimientos. No necesitas estar aislado, en la medida que compartas con otras personas lo que piensas y sientes habrá más probabilidades de encontrar una escucha activa y un plan de acción/mejora.
- Aprende a gestionar emociones. En muchas de las oportunidades, quien sufre de síndrome del impostor lo hace debido a una acumulación de situaciones que lo llevaron hasta ahí. No permitas que esto suceda, analiza cada situación de forma clara, hazte preguntas ¿realmente ha sido una falla personal o solo estás mirando la situación desde un punto de vista negativo?
- Enfócate en lo positivo. En muchas ocasiones es común que nos enfoquemos solamente en lo negativo, pero se nos hace difícil resaltar aquello que hacemos bien. ¿Una buena terapia? ¡Haz un Wonderwall! Wonderwall es un término que se ocupa en los hospitales psiquiátricos, y hace referencia a una pared en donde los pacientes pueden pegar fotos, recortes, de cosas positivas por las cuales consideran que vale la pena vivir por ellas. Es fácil de elaborar y puedes mantenerlo visible en tu espacio de trabajo sin que te ocupe mucho tiempo.
- Visualiza el éxito y plantea metas realistas. Si trabajas en función a un plan estratégico con objetivos medibles y tangibles, difícilmente fracasarás. Ciertamente habrá algún imprevisto en algún momento, pero la posibilidad de que cumplas tus objetivos es mucho mayor que si lo tomas todo a la ligera.
- No temas equivocarte. Usualmente quienes sufren de síndrome del impostor terminan equivocándose gracias a su gran temor por hacerlo. Equivocarse es solamente parte de un recorrido, los errores son tan normales como los aciertos. Permítete conocer, explorar y saber que una caída no es un indicador de que estarás toda la vida en el suelo.
- Haz terapia con un profesional. Si sientes que el síndrome del impostor está causando daños irreparables en tu vida laboral, lo mejor es consultar a un profesional, ya que estos tienen herramientas especiales para trabajar la autoestima y pueden visualizar mejor la situación desde fuera.